Aquello llamado Internet

A estas alturas nadie puede negar su incidencia en la historia: Internet revolucionó la sociedad hasta el punto de ser causante (o al menos en gran medida) de un cambio de era, de una manera de funcionar, comunicar y desarrollarse.

Internet en sí es un conjunto de redes descentralizadas e interconectadas a partir de las cuales se establece una comunicación mediante protocolos. Su origen se remonta hasta 1969 en Estados Unidos, donde tres universidades en California y una en Utah se conectaron entre ellas mediante una red llamada Arpanet.

Lo que usamos cada vez que abrimos un navegador y escribimos www no es más que uno de los servicios que ofrece Internet, la World Wide Web. Éste es un conjunto de protocolos más que nos permite consultar de manera remota archivos de hipertexto. Otros ejemplos de servicios que nos ofrece serían el envío de correos electrónicos, la transmisión de archivos o la mensajería instantánea.

Internet ha modernizado múltiples tareas de nuestra vida cotidiana. Ofrece la posibilidad de dotar nuestro trabajo de mayor flexibilidad, ya sea en horas de trabajo o en ubicación. Por otra parte, nos permite encontrar material didáctico de todos los niveles en múltiples sitios web, hecho que permite a su vez la educación a distancia. Por otra parte, también ofrece ventaja al trabajo colaborativo, por su bajo costo y el carácter instantáneo de intercambio, ya sea de ideas, de conocimientos o de habilidades.

El impacto social de Internet ha sido espectacular y profundo. Gracias a la web millones de personas pueden acceder de manera fácil e inmediata a una enorme cantidad de información. Esta nueva forma de comunicación consigue romper las barreras físicas entre regiones aisladas, y ha permitido crear dentro del espacio virtual puntos de encuentro entre personas. Por otra parte, ha permitido también la descentralización de la información y de los datos. Todo en conjunto, para tan pocos años, una gran revolución.